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Festivals

H

Carlos Pardo Ros

España - 2022
Film presenté au Festival de Sevilla 2022
Présentation

En el encierro de San Fermín de 1969, un toro mató a un hombre de una cornada en el corazón. Solo una inicial para identificarle, H., y mil interrogantes sobre qué pasó en sus últimas horas con vida. En los sanfermines de hoy, Carlos Pardo Ros (también productor y cofundador del colectivo lacasinegra) pone en escena la deriva de H.: millones de personas que se funden en un solo ente deseante, un puñado de fantasmas que caminan entre la pulsión de placer y muerte de la fiesta, de todas esas noches que quisiéramos que nunca acabaran. Una película que es “un cruce imposible entre el nihilismo de Gaspar Noé y el trascendentalismo de Terrence Malick”, según el crítico Manu Yáñez.

En 2007 creó DVEIN junto a Teo Guillem. Han dirigido spots para marcas como Apple, Jean Paul Gaultier, Converse, Adobe y otros, además de títulos de crédito y vídeoclips. En 2009 fundó el colectivo de investigación artística lacasinegra cuya película, Pas à Genève, formó parte de la selección del Festival de Sevilla en 2014. En 2017 fundó DVEIN Films, una productora basada en la idea del trabajo colectivo junto a otros cineastas. Sus películas se han estrenado en festivales como San Sebastián, Visions du Réel, Mar del Plata, Viennale y otros. En 2022 H, su primer largometraje, se estrenó en Visions du Réel.

                                             Presentación de la película en la página web del Festival de Sevilla.

Crédits Inside Cinema
Credits: 

Textos: Carlos Pardo Ros

Documentación y archivos: Carlos Pardo Ros

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Pamplona, 12 de julio de 1969. Es el quinto día de fiestas en honor a San Fermín, patrón de la ciudad. Como cada año, un millón de personas alarga la noche para ver el encierro al amanecer. Todos visten de blanco.

Los corredores esperan ansiosos a que se abra el corral donde está la manada de toros. A las 7 de la mañana explota el cohete que da inicio al encierro. Se abren las puertas y seis toros bravos salen disparados. Cientos de personas corren por las calles cuando, de repente, un toro se separa del grupo. En su recorrido, embiste a un hombre y lo lanza por los aires. El hombre muere al instante de una cornada en el corazón.

Nadie sabe quién es. La policía no encuentra su documentación, solo un llavero con la letra H en uno de sus bolsillos. Llama la atención que, aunque durante esos días todo el mundo viste de blanco, él lo hace de azul.

Por la morgue del hospital pasan más de 500 personas para intentar identificarle. Todo esfuerzo es inútil, hasta que una enfermera que entra al turno de la tarde lo reconoce. Entre lágrimas cuenta que había estado bailando con él la noche anterior. H era mi tío.

Según sus amigos, H cenó con ellos hasta que, alrededor de las 3 de la madrugada, todos se retiraron a dormir. A él lo dejaron en su hotel pero parece que no llegó a subir a su habitación y ya no se sabe qué hizo hasta que murió.

El relato de las horas previas a su muerte cambia cada vez que lo escucho. Parece que, cada vez que alguien de mi familia lo cuenta, muta. Todos fantasean con lo que hizo H en las horas previas a su muerte. Es un enigma que nunca acaba de resolverse.

Yo he decidido resolverlo. Para ello invité a Leo, Julio, Itsaso y Pedro a vivir las fiestas de San Fermín. Todos salieron por la calles de Pamplona vestidos de azul, como H aquel 12 de julio del 69. Queríamos completar ese vacío de 4 horas, las últimas de la vida de un hombre.

Los cuerpos y rostros de mis amigos fluyen a lo largo de la noche por las laberínticas calles de Pamplona y se mezclan con el millón de personas que esperan a que se haga de día para que empiece el encierro. Los fantasmas de H beben, ríen y bailan en una catarsis que solo se entiende como un grito desgarrado de la vida intentando escapar de un cuerpo que se acaba.

Rodaje

Desde que mi tío H murió corneado por un toro, su figura se convirtió en una presencia fantasmagórica para mi familia. El vacío que dejó una muerte tan inesperada y violenta lo intentaban llenar con relatos desordenados, incoherentes, que he ido escuchando a lo largo de los años. Es decir, los recuerdos que forman ese retrato de retazos inconexos son pura fantasía. Con “H” yo también he querido fantasear. Darle a la ficción la posibilidad de rellenar esos huecos y crear otro posible relato de H. Porque, aunque pueda parecer ingenuo, esa idea me gusta porque así ya no soy prisionero de lo que me han contado.

Busqué a una serie de actores que de alguna forma me recordaran a todos esos H que me habían contado. Los vestí de azul, como vestía H la noche en que murió, y nos fuimos a Pamplona a rodar una historia de fantasmas durante los sanfermines. Estuvimos rodando durante los 10 días que duran las fiestas y terminamos con muchas horas de material al que después había que darle forma.

Escritura, montaje y sonido

“H” es una invocación. La imagen de esos fantasmas es espectral: destellos con múltiples rostros y cuerpos. Por eso, María Antón Cabot y yo, en el montaje trabajamos el material de una forma esencial. Buscábamos el movimiento, la luz y el color. Y sobre esas ideas fuimos encontrando un ritmo, una forma de relacionar esas imágenes espectrales de los fantasmas de H entorno a una serie de emociones y de ideas.

En nuestra realidad, casi nunca vemos a los fantasmas pero sí creemos escucharlos. Un crujido en la madera, una puerta que se cierra o una voz que creemos escuchar. Por eso trabajamos el sonido y las voces en paralelo al montaje de imagen. Pablo Gisbert y yo escribíamos los textos, grabábamos con los actores lo que habíamos escrito, lo montábamos con las imágenes, volvíamos a escribir y volvíamos a grabar. Fue un proceso muy vivo en el que los propios actores reescribían continuamente la película. Así se fue construyendo una cosmogonía de voces fantasmagóricas. Son los murmullos de unos fantasmas atrapados en la noche en que van a morir. 

Y es que, cuando estás en San Fermín, tienes la sensación de que, a pesar de estar rodeado por millones de personas, compartes el espacio con un solo ente vivo. Un organismo deseante que siente urgencia por beber, drogarse o ligar. Como si esa misma noche todo fuese a morir. Ese “vértigo de muerte” es algo que está en la película y que de alguna forma coincide con una sensación que está muy presente en nuestras vidas desde hace dos años, la idea de que en cualquier momento podemos morir.