Los saldos

Festivales

Los saldos

Raúl Capdevila Murillo

España - 2022
Película presentada en el Festival de Sevilla 2022
Presentación

En la casilla de “género” Raúl Capdevila, director de Los saldos, marca “Western / Documental de creación”. Y es que la lucha con los elementos, y los sucesos diarios de la vida de su padre, José Ramón Capdevila, último de tres generaciones de agricultores y ganaderos de Binéfar, Huesca, emula a las solitarias aventuras del oeste. Raúl vuelve a casa tras no encontrar trabajo en la ciudad, y mientras tanto ayuda a su padre. Los bandoleros de esta historia real serán, entonces el “Grupo Pini”, una predadora empresa del sector cárnico que quiere construir un enorme macro-matadero en Binéfar. 

Graduado en Comunicación Audiovisual por la Universitat de Barcelona, realizó el Máster en Documental de Creación y el Postgrado en Montaje Audiovisual en la Universitat Pompeu Fabra. En 2017 dirigió, junto con otros tres directores/as, su primer largometraje documental, Judas, seleccionado en varios festivales a nivel nacional como Alcances (Cádiz), Docs València o Miradasdoc, donde recibió el premio al mejor documental nacional. Paralelamente, ha trabajado como editor para el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) y como freelance. Desde 2019 colabora con el Festival de Cine de Huesca (HIFF) como miembro del comité de selección de proyectos en la categoría documental. Los saldos, su último film, se ha estrenado en el Festival Visions du Réel en Suiza.

                                             Presentación de la película en la página web del Festival de Sevilla

Créditos Inside Cinema
Credits: 

Textos: Raúl Capdevila Murillo

Documentación y archivos: Raúl Capdevila Murillo

Orígenes

La torre

No puedo empezar a hablar del proceso de trabajo en Los saldos sin hablar de mis propios orígenes. Hijo, nieto y bisnieto de agricultores y ganaderos, la familia de mi padre siempre ha estado relacionada con el trabajo agrícola, teniendo esta relación un espacio central esencial: “La torre”.

De niño, era donde jugaba e imaginaba mundos con mi hermana, perdiéndonos por sus caminos, montañas y campos. De mayor, un lugar de trabajo, con sus buenos y malos momentos, siempre ha sido un espacio de grandes celebraciones familiares, aunque hace ya tiempo que ha ido a menos.

“La torre” ha pasado de estar habitada a trabajada, primero por mi abuelo y mi padre y, posteriormente, por mi padre y por mí mismo, además de mi abuela que, aunque cada vez le cueste más, sigue acudiendo a la casa que fue su hogar.

No es de extrañar que, con estos antecedentes, el primer sitio al que acudí cuando empecé a trastear con la cámara fuera aquí. No soy el único: mi hermana, a su manera (graduada en sociología), ha desarrollado la mayor parte de sus trabajos sobre el sector primario y el mundo rural. De tal palo …

La jornada (2014)

Pequeña pieza documental realizada para la asignatura de documental cuando estudiaba Comunicación Audiovisual en la Universidad de Barcelona ¡Qué lejos queda ya! De una manera mucho más intuitiva e inconsciente, también más naif, este trabajo es mi primer acercamiento “serio” a lo que posteriormente será el corpus “conceptual” de Los saldos, tanto por la temática (este corto abarcaba una mañana de trabajo en la granja) como por varios aspectos formales (frontalidad de la cámara, plano estático). De hecho, era la primera vez que filmaba a mi padre y, desde luego, ninguno de los dos nos podíamos imaginar lo que vendría en unos años.

Déjame vivir con alegría (2017)

A pesar de haber entrado en el Máster en Documental de Creación con otro proyecto, durante las tutorías quedó patente que la temática que más me motivaba (hábilmente percibida por la tutora Mia de Ribot) era el presente del rural, ejemplificado por las distintas vicisitudes y vivencias que las tres generaciones de mi familia habían mantenido en relación a un espacio muy concreto: la granja familiar.

Así, Déjame vivir con alegría es la continuación de lo ya esbozado en La jornada. Si bien a nivel formal la continuidad es evidente, en este proyecto se añaden varios elementos que serán centrales en Los saldos: La “apertura” de los personajes (mi abuela y yo) y la mayor ambición a nivel de tiempo, queriendo filmar durante varias estaciones. Esta propuesta causa buenas sensaciones en el pitch organizado por el máster, aunque yo no acabo de estar del todo convencido, especialmente a nivel de dispositivo, pues parte de mi interpelación desde detrás de la cámara y un registro documental basado en filmar el mayor número de horas posibles y configurar la película en montaje (algo de lo que estaba un poco agotado tras haber realizado, en esos mismos años, mi primera película codirigida, JUDAS). Así, en vez de ponerme inmediatamente con la película, decido posponerla hasta tener claro la naturaleza formal que buscaba … para ello, una vieja nota que habla de mi padre “como un cowboy” será especialmente útil.

Concepto

Tras finalizar el máster en 2017, paso los siguientes dos años redefiniendo el universo conceptual que quiero trabajar, al mismo tiempo que compagino dicha labor intentando vivir (o malvivir) en Barcelona, lo cual no es poco. Primero de todo, emprendo un proceso de documentación e investigación sobre “el rural”, proceso que se me fue un poco de las manos, generando una excesiva documentación que hubo que pulir, a posteriori, en las primeras etapas de la película para poder generar un proyecto abarcable a nuestros medios. En este aspecto, el libro Vidas a la intemperie, de Marc Badal (Pepitas de Calabaza, 2018) fue realmente clarificador. Segundo, tras varios quebraderos de cabeza, consigo aclararme con el dispositivo formal para el proyecto, tendiendo más un lenguaje de ficción y el western como elemento “organizador”, al establecer un paralelismo entre la evolución de dicho género, ejemplificado por los cambios que padece uno de sus arquetipos centrales, el héroe, y la evolución del mundo rural, representada por las mutaciones que padecen sus sujetos centrales y su tipo de explotación. Para esto, el trabajo de Fran Benavente en El héroe trágico en el western: El género y sus límites (Athenaica, 2017), fue un regalo del cielo.

Vuelta a casa

En febrero de 2019, tras no encontrar trabajo en Barcelona, tomo la decisión de regresar al pueblo con un doble propósito. El primero, más “mundano”, al no tener que pagar alquiler y poder trabajar en la granja, consigo cierta estabilidad económica para poder ir tirando mientras busco trabajo relacionado con mi área. El segundo, aprovechando la situación, entiendo que es el momento de sintetizar el trabajo de estos años, en su mayor parte compuesto por notas y comentarios de mil temas distintos y retomar el proyecto.

Llegados a este punto, hay que hablar de dos figuras fundamentales para que, en ese precario contexto, la película consiguiera salir adelante: Gerard Aparicio y Andrés Sanjurjo. El primero, amigo desde los tiempos de la universidad, ha ido siguiendo el proceso debido a las múltiples “turras” que, en interminables quedadas para echar cervezas, se han ido produciendo. Especializado en fotografía, enseguida se ofreció a ser el director de fotografía, algo que me tranquilizó sobremanera, pues yo nunca he sido especialmente ducho en dicho campo. Con él en el barco, ya el único problema era el dinero.

Por otro lado, a Andrés lo conozco desde el máster. Consciente de que tampoco tenía prácticamente experiencia en todo lo relacionado con la producción audiovisual y sabiendo que él sí, no dudé en pedirle ayuda y consejo con el objetivo de elaborar un primer dossier para dos ayudas a la producción que conocía en Aragón. Cual anime, con la fuerza de la amistad como motor, no dudó en apoyarme, consiguiendo sintetizar la película en un primer universo conceptual claro, tratamiento secuencial y plan de producción, plasmado todo en el citado dossier, consiguiendo acceder a ambas convocatorias, aunque siempre en último lugar (vamos, los saldos), obteniendo la maravillosa cantidad total de 5405 euros. Desde entonces, el adjetivo “cinemiserias”  nos acompañaría espiritualmente.

Así, con la familia también convencida (si bien no se esperaban, para nada, lo que implicó ese “si”), conseguimos solventar un primer año de proyecto. Tal y como habíamos organizado con Andrés, la idea era hacer pequeños rodajes (entre dos y cuatro días) a lo largo de ese año, con el objetivo de poder ir ahorrando “entre rodajes” y poder acometer el siguiente.

En total fueron tres, uno en junio, que nos sirvió como “bautizo de fuego” y estuvo enfocado a elaborar dos pequeños teasers de presentación del proyecto, el segundo, en agosto, que englobó las escenas de verano que hay al inicio del metraje y uno en noviembre, que fue un poco desastre, si bien conseguimos sacar adelante la escena clave que era la de “quema”.

Estas fotos pertenecen a los rodajes emplazados dicho año. Respecto al equipo técnico, para los dos primeros estuvimos, básicamente, Gerard y yo, si bien es cierto que, siempre que pudo, Miguel Paricio nos echó un cable con el sonido (desgraciadamente, no podíamos contar con él todo lo que hubiéramos querido por compatibilidad de horarios). Finalmente, para el último, se nos unió Javier Serrat, que acabará siendo el sonidista definitivo de la película. Para finalizar, no me quiero olvidar de mi propia familia, pues si su apoyo en logística e “intendencia”, todo hubiera sido -todavía- más complicado.

Primeros teaser

Primeras imágenes que filmamos para el proyecto. El tratamiento secuencial de la película todavía no estaba cerrado, pero sí que teníamos claros los elementos centrales sobre la cual se articulaban gracias al trabajo desarrollado para el dossier. La intención era generar dos pequeñas piezas que sirvieran como presentación y adelanto de la película, de ahí que, en esencia, sean dos presentaciones de personajes asociados a sus motivos, además de un adelanto formal de lo que será Los saldos.

La primera pieza (“Recuerdos de baja fidelidad”) era mi particular guiño al cine que nace del archivo, que siempre me ha encantado, si bien la intención no era utilizarlo para la película. Al final, durante las últimas etapas de montaje, una escena cayó y vimos la posibilidad de incluirlo, cambiando el personaje que recuerda de Rosita a Raúl. Además, aquí también encontramos el uso de la radio (y la música) como elementos importantes a nivel de sonido. La segunda (“Llamada de negocios en una tarde de verano”) plantea a José Ramón como un cowboy, pero ya enfrascado en la dinámica productiva hegemónica. Además, nos adelanta (si bien está resuelto de una manera un poco torpe), el uso de la radio como espacio sonoro clave. Esta escena también acabó entrando en el proyecto, utilizando un poco de “alquimia de montaje” para incluir un off de Javier (uno de los personajes, que es una especie de “antagonista” de José Ramón), de manera que pudiéramos tenerlo presentado en el primer acto de la película.

Proceso de trabajo

Con el primer año de trabajo finalizado, tocaba hacer balance. El plan de producción original contaba con solo filmar durante 2019, para hacer la postproducción y estreno en 2020. No podíamos ser más optimistas y, efectivamente, una vez que realizamos un primer montaje, a la película le faltaba bastante para estar acabada, por lo menos, para el nivel de exigencia que manejábamos en el grupo. Por otro lado, el tiempo en enero de dicho año no acompañó y no conseguimos poder filmar la escena final “niebla”, pues apenas hubo nieblas esa temporada (¡por primera vez en “tropocientos” años!). Así, tras una reunión entre el buró central (Andrés, Gerard, mi padre, que siempre estaba metido, y yo mismo), decidimos dar otro año más (y, en verdad, el que hiciera falta) al proyecto. Éramos conscientes de que esta película sería, en cierto modo, nuestra carta de presentación, así que mejor no apresurarse. No teníamos mucho dinero, pero si tiempo. Con esta idea, planteamos otro pequeño conjunto de rodajes para 2020. Además, teníamos claro que había que cambiar el proceso de trabajo. El último rodaje (otoño 2019) había dejado claro las costuras del método que utilizábamos hasta entonces, basado en plantear los planos “in situ” con Gerard. Necesitábamos más planificación. En total fueron cuatro rodajes, situados en los meses de enero, marzo, agosto y noviembre, que hubo dos, uno exclusivamente de un día, en el cual, por fin, pudimos filmar la tan ansiada niebla.

Aquí podemos ver varias fotos de los rodajes transcurridos en 2020. El equipo técnico creció, pues Andrés pudo venir a varios, uniéndose a Gerard, Javi y yo. Además, este año filmamos varias de las escenas más ambiciosas a nivel de producción (para nosotros, claro), por lo que varios compañeros de Gerard se unieron en distintos momentos a la aventura: Carmen Montiel, Alex Postius y Albert G.Casademunt.

Producción

Este 2020 fue el año definitivo en el que Andrés se inmiscuyó de pleno en el proyecto, entrando Acariño Films, la productora de Andrés, en Los saldos. Desde entonces, hasta la actualidad, los Skype, Zoom y derivados entre nosotros son el pan de cada tarde.

Ambos rehicimos los materiales de comunicación del proyecto, generamos un nuevo plan de producción y planteamos varios laboratorios de desarrollo a los que enviar la propuesta. Estábamos trabajando muy solos y necesitábamos comunicar (y poder reflexionar) la película con terceros. Conseguimos entrar la edición de Arché (Porto / Post / Doc) y Cinema Pendent (L’Alternativa) de ese año, aunque también nos dijeron que “no” en multitud, algo que nos “curtió” para lo que vendría luego en festivales.

El trabajo de fotografía

Con Gerard, la cosa fue parecida. Con la pandemia por el medio (no lo voy a comentar mucho, pues prefiero ignorar que esto ocurrió) dificultado los desplazamientos, optamos por el trabajo a distancia. Aprovechando que yo trabajaba (y vivía) en los mismos lugares que filmamos, me dedicaba a ir tomando notas y fotos de posibles planos con el móvil, propuesta que luego sopesábamos juntos, elaborando el guion técnico, para luego Gerard establecer la lista de materiales necesarios para cada rodaje.

Aquí podemos ver un ejemplo del proceso de trabajo llevado con Gerard. Primero, establecer una propuesta de planos para cada escena, apoyados con fotos hechas por el móvil “in situ”. Segundo, la elaboración del guion técnico, las plantas y los materiales de información sobre el espacio que Gerard me requería. Por último, se establecen los esquemas de iluminación y la lista de materiales.

Monegros

En los inicios del proyecto, cuando todavía estábamos trabajando en un primer tratamiento secuencial, yo solo tenía claro tres escenas: Los títulos de crédito de inicio y “la siesta”, la carga de los saldos y el final con la niebla. De estas, los créditos tenían una importancia capital, pues tenían que cumplir la función de generar (un poco “al engaño”) el tono y estilo western de la película (de una manera evidente), además de la idea de pasar de la ficción a la realidad con ese falso inicio de otra película “dentro” de la nuestra.

Originalmente la propuesta era mucho más ambiciosa. Cada día, después de comer, dormía la siesta en casa de mi abuela junto con mi padre y, durante aquella época, en Aragón Televisión hacían películas del oeste por las tardes. Esto era interesante, pues, en ese “duermevela”, la película empezaba y se te mezclaba con el sueño, soñando aquello que sonaba por la televisión. La idea original era esta; intentar plantear una pequeña escena que fuera una pieza independiente en la que iniciaba una “falsa” película clásica del oeste (llegó a haber hasta un esbozo de esas cartelas que situaban al espectador sobre la historia nada más iniciar el metraje) en la cual su protagonista era interpretado por el propio José Ramón, hasta que cortábamos y veíamos los créditos de dicha película en la televisión y al actor durmiendo la siesta en el sofá, todo con un tono y forma trabajado desde lo onírico.

Esta falsa película iba a tratar sobre un grupo de pioneros que tenían que recorrer el peligroso “Camino de Oregón”, con el objetivo de llegar a la tan ansiada “tierra prometida” y poder establecer ahí sus granjas. Muy ilusionados, pero realistas, decidimos abortar esta idea por evidente rigor presupuestario, apenas teníamos dinero y no podíamos derrocharlo de semejante manera, por lo que optamos por un plan B: evocar el aire del oeste con el “típico” plano fijo sobre un elemento montañoso que evocara al imaginario americano. Enseguida dimos con una localización cercana que nos podía propiciar esa geografía: Los Monegros, en el cual ya se habían filmado multitud de westerns en su momento.

Así, al finalizar uno de los rodajes, fuimos con Gerard a localizar, en lo que fue una auténtica tortura de calor y sufrimiento (tocó ir en verano y al mediodía, somos realmente estúpidos), pero conseguimos nuestro objetivo: un tozal situado en la Ruta Jubierre. Ya teníamos nuestro particular Nebraska.

La primera de las fotos es una localización real de Nebraska. La segunda, en Monegros, el lugar donde filmaríamos. Por último, un par de fotos de cuando fuimos a rodar, con la cámara de 16mm de Gerard (Queríamos conseguir esa textura clásica). Agradecer a José Ramón, que nos acompañó durante el viaje como conductor y fotógrafo. No se pierde nada.

Corte final

Acabamos 2020 muy contentos. Los rodajes de dicho año habían ido a la perfección y la película estaba ya casi finalizada. Digo casi porque, como ya venía siendo habitual, consideramos que todavía faltaba “un poco” para tenerla. Por lo que decidimos hacer dos mini re-takes para acabar de pulir Los saldos. Estos rodajes, muy breves (creo que fueron 2 días y 1 día), se llevaron a cabo a inicios de 2021. Lo nuestro es la paciencia.

Aquí quiero hablar del proceso de montaje, aunque ya ha sido planteado anteriormente. Básicamente, después de cada rodaje montábamos las escenas, consiguiendo saber lo que funcionaba, lo que no, y que rumbo tomaría la película, pues, durante el primer año, el guion todavía no estaba cerrado del todo, permitiéndonos incluir aspectos de lo que nos ocurrían, en el campo, durante ese tiempo. De cara al segundo, ya con el guion cerrado (La película transcurriría en 2019), esta forma de editar nos permitió definir y plantear de una manera mucho más concisa los sucesivos rodajes, puliendo y obteniendo todo aquello que no fuimos capaces durante el primer año.

El corte final lo obtuvimos en la primavera de 2021. Gerard y Andrés vinieron para apoyar pues, de normal, editaba solo (pasando fragmentos al resto de compañeros) pero, temiendo que me podía haber “contaminado” al haber estado durante estos años tan en contacto con el material, opté por avisarles para que me dieran un punto de vista externo. No fue en balde, ya que “me la liaron” al reconfigurar todo el primer acto tras eliminar una secuencia en la que José Ramón iba visitando a una serie de vecinos para informar sobre el estado de la obra (el depósito) que estaban construyendo. La película perdía ritmo, por lo que decidimos quitarla y, para poder solucionar el embrollo, incluimos el viejo teaser de JR. Quedó increíble.

Las dos primeras imágenes se corresponden con los lugares donde se editó Los saldos. El primero, una pequeña habitación en un local de ocio de unos amigos que me la proporcionaron encantados. Además, sirvió como alojamiento de Gerard para el primer rodaje (para los siguientes ya le pude pagar una habitación en una pensión local haha). La segunda, un trastero familiar en el que me hice un hueco, instalando mi estudio. A esta habitación le guardo especial cariño, pues es donde he estado más horas durante los años 2020 y 2021, pandemia incluida. Por último, una foto en la que vemos a Javier grabando sus off para poder solventar el problema de estructura.

Postproducción del sonido

Por último, ya con el corte final acabado, solo nos quedaba la postproducción. Esta fase se llevó a cabo desde finales de primavera de 2021 y noviembre de ese mismo año, lógicamente, de manera intermitente. 

Primero de todo hay que hablar del sonido. En el grupo teníamos muy claro que era un elemento fundamental para la película, de tal manera que habíamos establecido una estrategia de producción concreta para poder financiarlo, con el objetivo de optar a las ayudas de Aragón TV y Diputación General de Aragón (postproducción) para acometerlas. Todo salió bien y, esta vez, conseguimos la dotación presupuestaria planteada, por lo que “respiramos tranquilos” y nos pusimos a trabajar cómodos. Aquí entran en juego Guillermo Rojo y Gonzalo Sanz. 

Guille y Gonso son amigos de Gerard, además de integrantes del grupo Somos la Herencia. No los conocía a nivel personal pero, gracias a su actividad musical, sabía que encajarían en el universo tonal y conceptual que buscábamos para la película. Una vez empezadas las reuniones, la sintonía fue total.

El primer paso fue establecer un primer encuentro en Binéfar, transcurrido en mayo de 2021, en el cual se registraron sonidos que complementaban los ya obtenidos por Javier Serrat, además de recursos específicos con los que querían contar para su trabajo. Posteriormente, organizados por Guille (el auténtico “gran timonel” de esta fase de la película), nos pusimos con el resto: Gonso se encargaría de crear dos piezas musicales concretas para la película, el western de inicio y el Lo – Fi para la escena de archivo, mientras que él y yo sintetizaríamos las decenas de notas, comentarios e ideas de sonido, creando lo que se conoció como “el pequeño libro del sonido en Los saldos”, un documento word, algo desmedido y bastante conceptual, que sirvió de guía para todo este camino.

Uno de los elementos fundamentales de la propuesta de sonido en la película era la creación de la radio “Nuevo poder”, complemento narrativo que aparece en la película, formado por sus dos programas: “Suspiros de un Cañizo”, de temática country, que enfatiza el tono western durante el inicio y “El buzón de la Paranoia”, nuestro pequeño “cajón de sastre” (gracias Paranoia Agent) en el que introducimos comentarios reales (sacados directamente de un grupo de Facebook local) sobre la problemática de la construcción del matadero. Por otro lado, también encontramos programas reales que abarcan la llegada del Grupo Pini a la localidad o temáticas relacionadas con el sector agroalimentario.

Con algún que otro problema de calendario y sus correspondientes retrasos, la fase de sonido finalizó en la ECAM en octubre de 2021. Desde aquí, volver a agradecer a Gonso y, especialmente, a Guille, el trabajo, esfuerzo y cariño dedicados al proyecto, consiguiendo crear un equipo y sonido tremendos a pesar de lo ajustado del presupuesto, a la artista Ivankovà, por crear las maravillosas piezas para el final de la película (“Duelo” y “Niebla”) y a Javier Serrat (música), Iván Romero (letra) y Joan Baró (interpretación) por su increíble canción country.

Varias fotos durante el viaje de Gonso y Guille a Binéfar, además de la única instantánea que se conserva del paso de Los saldos por la ECAM. Después, una captura de las músicas de referencia utilizadas (cuyo valor jamás se comprobó, entendiendo que no podríamos acceder a ellas, excepto el tema de Cabiria, y se optó por generar la nuestras propias), una página del citado libro de sonido (el cual todavía tiene elementos acotados para comentar / debatir), una página del documento con los textos extraídos del grupo de Facebook “No eres de Binéfar sí” de cara al buzón de voz (con los nombres tapados, ya perdonaréis) y un ejemplo de “guion” creado para los planos con frases a doblar o añadir (en rojo).

Postproducción del color

De manera paralela al sonido, la postproducción de color se llevó a cabo por Gerard en Calafell durante el verano de 2021. A excepción de los “míticos” problemas relacionados con mudar el proyecto entre Adobe Premiere y Da Vinci, no hubo ningún tipo de complicación. Hacía ya muchos años que Gerard y yo trabajábamos juntos y teníamos muy claro como era el look que queríamos para la película. Por último, comentar que el export y correcciones finales se realizaron en el estudio de Fabián Matas, en Barcelona, en noviembre de 2021.

Primero, Gerard trabajando en el color en su casa de Calafell. Segundo, visita de Andrés el día que finalizamos el etalonaje de la película. Tercero, Andreu, Gerard y yo en una pausa durante la sesión de fotos para comunicación. Cuarto, Andreu y yo trabajando en su casa de Barcelona.

El cartel de la película

Para finalizar, hablaremos sobre el último de los “rodajes” que realizamos para Los saldos. Conscientes de que necesitaríamos material para promocionar la película y al no haber tenido foto fija durante el rodaje, se optó por hacer una sesión de fotos de dos días con el objetivo de tener material para el cartel de la película y comunicación en redes sociales. En esta última etapa entra la figura de Raúl Andreu, diseñador ubicado en Barcelona, a la par que amigo del pueblo de toda la vida. Juntos, con la supervisión de Gerard (todo lo que implica imagen en este proyecto no puede escapar a su ojo), nos juntamos telemáticamente para plantear un concepto estético y, finalmente, realizamos las fotos a inicios de 2022.

Primero, primera propuesta para establecer el cartel de la película. Segundo, las distintas opciones de cartel. Tercero, el cartel definitivo del proyecto.