‘A lo largo de diferentes viajes de documentación, fuimos retratando a las personas con quienes compartíamos ratos. La mayoría eran personas con las que convivíamos en su casa para conocerlas mejor, observando sus gestos, sus rostros, y compartiendo su día a día. Pasar tiempo con ellas nos permitía ponernos en la piel de los protagonistas en las posibles situaciones que podían vivir. Muchas de las personas no acabaron formando parte de la película, pero sentimos que, en cierto modo, están presentes a través de las historias que nos transmitieron y de las situaciones que vivimos con ellas.

Las fotografías nos sirvieron como registro y memoria del viaje, y también como inspiración en el momento de la escritura. Y en cada viaje pudimos regalárselas a cada una de las personas como recuerdo de la vivencia compartida. 

Hablamos de viaje de documentación y no de localizaciones o casting porque los nuestros son viajes en busca de la película, observando, escuchando y estando atentos a la realidad para intentar restituir algo de la experiencia vivida.’