‘Las fotografías analógicas realizadas por Julián Elizalde eran una manera de encontrar la textura de la película: los colores, el grano, la luz y también una relación con el territorio y las personas. Teníamos idea de hacer un diario de viaje que nos ayudara a encontrar la película. También la relación con el espacio y la profundidad. Todas las fotografías están hechas con una misma óptica 40mm. Era la óptica con la que ya sabíamos que queríamos filmar, y así trabajamos también en el rodaje. Después de comparar varias relaciones de textura, nos decidimos por utilizar la película Kodak Portra 400. En el momento del etalonaje, aplicamos la textura Kodak Portra 400 a las imágenes digitales rodadas, junto con una textura del grano 16mm Kodak.’