‘La furgoneta era un elemento fundamental dentro del relato. Imaginarla, encontrarla y construirla fue clave para pensar el viaje. Realizamos una larga labor de búsqueda de una furgoneta vieja, sin caer en el tópico de la Volkswagen. Una furgoneta que hablara de muchos viajes compartidos, de una forma de viajar, de realizar una gira. Tras un largo tiempo de búsqueda, encontramos ‘La cepi’ en Salta y, junto a Juan Díaz Velasco, atrezzista, creamos esa furgoneta como si se tratara de una casa. Teníamos referencias de furgonetas intervenidas para viajar, pero en seguida nos desprendimos de los diseños encontrados, para singularizar ‘La cepi’ y adaptarla al rodaje. 

A partir de primeros esbozos y esquemas, Juan inició un trabajo de búsqueda de objetos y materiales de segunda mano para dar la sensación de uso y comenzó la construcción a medida, en madera, de la estructura interior. También aplicamos un tratamiento de envejecimiento de la madera con barro. Durante dos semanas nos dedicamos a perfilar cada detalle pensando en las posibles situaciones que tendrían lugar en ella. Para las cortinas, Sol Lopatin, la directora de fotografía, realizó una búsqueda paralela para encontrar el estampado y textura, pensando en lo que podría aportar a la narración. Buscábamos algo ligero, volátil, translúcido y que tuviera motivos florales (para poder jugar con la luz). Durante el rodaje, con Laura Arrom (ayudante de dirección) nos ocupamos de armar y desarmar la furgoneta antes y después de cada escena para proteger los objetos (copas, platos y otros utensilios delicados) durante los viajes. Los caminos eran de ripio, llenos de baches y el peligro de pana era constante. En un equipo tan pequeño (once personas incluyendo los actores) las responsables de dirección asumimos las tareas de arte.’